
Carlos Sánchez y Carlos Sandoval compiten en el centro hípico mundial de estos días
El turf argentino es exportador, se sabe. Sus mejores caballos se convirtieron en embajadores en el mundo árabe desde hace años, y sus triunfos les abrieron el camino a los humanos, los profesionales. Jockeys, veterinarios y entrenadores trabajan en la zona del Golfo Pérsico mezclando sus conocimientos y habilidades con una buena cuota de audacia. Porque hay que adaptarse a un medio muy diferente. Para trabajar y para vivir.
Jesús Rosales es uno de los que se animaron. El jinete tucumano está en Dubai desde 2007 y de su mano llegaron Carlos Sánchez y Carlos Sandoval. Juntos dan la pelea de la pista y la del ciudadano. "Primero estuve en Abu Dhabi -capital de los siete emiratos- y el año pasado vine para Dubai a un establo nuevo del jeque Mohamed Al Maktoum, el dueño de Godolphin. Acá tiene sus caballos su hijo Hamdam bin Mohamed y corremos con los colores de él. Es el heredero. También desde el año pasado estamos con el cuidador Abdullah bin Huzaim, que es árabe saudí." Rosales combina el singular y el plural. Se entiende de quiénes habla. Sus amigos y compañeros comparten la charla en la computadora. "Me pidieron que recomendara profesionales; los llamé a ellos y acá están", sigue. ¿Le habrá costado convencerlos? Responde: "Más o menos", y se vuelve a reír.
Habla Sánchez, entrerriano de Nogoyá: "Aprendí con mi tío, que es galopador de Juan Udaondo, y con ellos me inicié. Después trabajé con Coco Bullrich y Rubén Campero y desde hace dos temporadas estoy acá". Tiene 25 años este jinete, y Sandoval, 26. "Ellos corren más que yo", avanza el tercer mosquetero, y enseguida hace la salvedad Jesús, como para que no se sientan mucho las diferencias, lógicas por ser el pionero del grupo: "Lo que pasa es que trabajo para un cuidador que tiene muchos caballos, por eso corro más".
Se presenta Sandoval: "Nací en La Plata y me radiqué en Tucumán, donde empecé a correr. Ahí conocí a Rosales. Dos meses estuvimos juntos allá y después él se fue para Buenos Aires. Mi padre y dos tíos [uno fallecido] son jockeys. Mi papá, Juan Carlos, corría en La Plata. Se retiró cuando tenía más de 50. Yo era chico y me acuerdo que él andaba todo quebrado. Miguel es mi tío y padrino. Se retiró y fue presidente de la gremial". Pocas palabras usa para tamaño bagaje. Es el único de los tres que cursó la Escuela de Aprendices, en San Isidro. En 2003, cuando llegó Rosales, no funcionaba.
Las parejas de Rosales y Sánchez estuvieron en Dubai para las Fiestas. Carlos va a ser padre pronto. "Estuvimos en Inglaterra desde mayo; dos meses aprontando, y nos dieron un mes de vacaciones, que pasamos en Buenos Aires. Después, otra vez a Dubai", cuentan. El éxodo que impone el calor del verano en el desierto obliga a trasladar todo a Europa. Otra experiencia valiosa para los tres. Siempre con la familia en la mente.
Rosales es el que más se explaya sobre las carreras, y se comprende. "Gracias a Dios esta temporada estoy corriendo mucho. Gané siete; vamos a ver si ganamos más. Tengo 27 años, estoy viejo ya (se ríe). El peso mínimo es 52 kg y el máximo 62, pero con algunos pocos caballos. Depende del ranking. Si una carrera es de 60 a 90, el peso top-weight va de 62 kg. Tienen todo el sistema europeo acá. La mayoría de los jockeys son ingleses, franceses? y ahora hay tres argentinos." Sánchez también suma siete éxitos, y Sandoval, dos. Todos compiten en Meydan, Abu Dhabi y Jebel Ali.
Son más todavía las nacionalidades que se encuentran durante el Carnaval de Meydan. "Vienen los mejores del mundo; se agregan italianos, alemanes, panameños, de todos lados. Hay que aprovechar la temporada antes del Carnaval", opinan. Aprovechar es ganar. No quieren decirlo con todas las letras, pero los jinetes locales son limitados. "En Meydan está difícil, más competitivo que los dos años anteriores. Llegaron muchos caballos también. Si no fuera que ponen el límite de 14 caballos correrían 20." En su tercera temporada, Rosales está en condiciones de comparar. "No tuve suerte en la reunión de la Dubai World Cup; en 2009 iba a correr uno en el Derby; un argentino, Muy Ponderado, pero me caí en Abu Dhabi. Hasta ahora no conseguí ganar con un caballo argentino, aunque tuve la suerte de que les gané a algunos buenos argentinos, un tordillo que tenía De Kock y Lucky Ray."
No es difícil deducir que la idea de los profesionales radicados en el desierto es hacer una diferencia económica y regresar. Sánchez lo tiene claro: "Hay que aguantar lo máximo que se pueda". Rosales: "Pero queremos hacer quedar bien a la Argentina; nos llevamos bien con los jinetes de Europa; cuando ven que sos sudamericano medio te miran mal, pero conversamos con la mayoría. Nos llevamos bien con los brasileños y con Frankie Dettori, que nos contó que le gustó la Argentina".
La Argentina. Es inevitable su omnipresencia. Como los afectos, no distingue buenos momentos de los regulares para aparecer en la mente y el corazón. Rosales, Sánchez y Sandoval. Juntos, la aventura parece más fácil de llevar. La carrera se hace menos cuesta arriba.
Meydan, una maravilla por dentro también Meydan los tiene maravillados. Las sensaciones son de los tres: "El cuarto de jockeys es un sueño. Todos dicen que es el más grande del mundo. Sillones individuales, con su gaveta, lavatorio, sala de estar con café y pantalla gigante para ver las carreras, gimnasio. Las duchas increíbles, el jacuzzi. Un buffet completo. Lo vamos a extrañar cuando volvamos (se ríen). En el hipódromo siguen trabajando. El jeque quiere tener lo mejor del mundo". Todavía no conocieron la torre Burj Arab, la más alta del mundo, inaugurada en enero. Por ahora se están ocupando de alcanzar otras alturas.
Casa, comida e idioma
Jesús Rosales vive solo, separado de Sandoval y Sánchez. "El que más cocina es Sandoval; hace poco invitamos a Iván Pavlovsky y dijo que estaba todo rico", cuenta Jesús. "En general llevan la comida los árabes para los cuidadores y la gente del stud y comemos ahí". En los emiratos se habla inglés. "Nos hacemos entender. Hablamos con todos", aclara Sánchez. La crisis que todavía se siente
Por tener más tiempo en el golfo, Rosales puede comparar la situación de los emiratos antes y después de la crisis financiera del año pasado: "Hay menos construcciones en Dubai. En 2007 ponían un cartel anunciando que construían un puente y a las dos semanas estaba listo. Ahora van más despacio, pero en Abu Dhabi siguen las obras al mismo ritmo o más". Entre el ocio y las carreras en Abu Dhabi
Los ratos libres parecen bravos. "Jugamos en la compu, al tenis a veces, salimos, vamos al shopping, miramos tele. Estamos a media hora del centro; tenemos auto. A veces vamos a la playa", relatan. "Los domingos corremos en Abu Dhabi y cenamos con el veterinario argentino que me trajo, Gonzalo Albornoz. Hace seis años que atiende caballos de salto y de carrera" (Rosales).
El turf argentino es exportador, se sabe. Sus mejores caballos se convirtieron en embajadores en el mundo árabe desde hace años, y sus triunfos les abrieron el camino a los humanos, los profesionales. Jockeys, veterinarios y entrenadores trabajan en la zona del Golfo Pérsico mezclando sus conocimientos y habilidades con una buena cuota de audacia. Porque hay que adaptarse a un medio muy diferente. Para trabajar y para vivir.
Jesús Rosales es uno de los que se animaron. El jinete tucumano está en Dubai desde 2007 y de su mano llegaron Carlos Sánchez y Carlos Sandoval. Juntos dan la pelea de la pista y la del ciudadano. "Primero estuve en Abu Dhabi -capital de los siete emiratos- y el año pasado vine para Dubai a un establo nuevo del jeque Mohamed Al Maktoum, el dueño de Godolphin. Acá tiene sus caballos su hijo Hamdam bin Mohamed y corremos con los colores de él. Es el heredero. También desde el año pasado estamos con el cuidador Abdullah bin Huzaim, que es árabe saudí." Rosales combina el singular y el plural. Se entiende de quiénes habla. Sus amigos y compañeros comparten la charla en la computadora. "Me pidieron que recomendara profesionales; los llamé a ellos y acá están", sigue. ¿Le habrá costado convencerlos? Responde: "Más o menos", y se vuelve a reír.
Habla Sánchez, entrerriano de Nogoyá: "Aprendí con mi tío, que es galopador de Juan Udaondo, y con ellos me inicié. Después trabajé con Coco Bullrich y Rubén Campero y desde hace dos temporadas estoy acá". Tiene 25 años este jinete, y Sandoval, 26. "Ellos corren más que yo", avanza el tercer mosquetero, y enseguida hace la salvedad Jesús, como para que no se sientan mucho las diferencias, lógicas por ser el pionero del grupo: "Lo que pasa es que trabajo para un cuidador que tiene muchos caballos, por eso corro más".
Se presenta Sandoval: "Nací en La Plata y me radiqué en Tucumán, donde empecé a correr. Ahí conocí a Rosales. Dos meses estuvimos juntos allá y después él se fue para Buenos Aires. Mi padre y dos tíos [uno fallecido] son jockeys. Mi papá, Juan Carlos, corría en La Plata. Se retiró cuando tenía más de 50. Yo era chico y me acuerdo que él andaba todo quebrado. Miguel es mi tío y padrino. Se retiró y fue presidente de la gremial". Pocas palabras usa para tamaño bagaje. Es el único de los tres que cursó la Escuela de Aprendices, en San Isidro. En 2003, cuando llegó Rosales, no funcionaba.
Las parejas de Rosales y Sánchez estuvieron en Dubai para las Fiestas. Carlos va a ser padre pronto. "Estuvimos en Inglaterra desde mayo; dos meses aprontando, y nos dieron un mes de vacaciones, que pasamos en Buenos Aires. Después, otra vez a Dubai", cuentan. El éxodo que impone el calor del verano en el desierto obliga a trasladar todo a Europa. Otra experiencia valiosa para los tres. Siempre con la familia en la mente.
Rosales es el que más se explaya sobre las carreras, y se comprende. "Gracias a Dios esta temporada estoy corriendo mucho. Gané siete; vamos a ver si ganamos más. Tengo 27 años, estoy viejo ya (se ríe). El peso mínimo es 52 kg y el máximo 62, pero con algunos pocos caballos. Depende del ranking. Si una carrera es de 60 a 90, el peso top-weight va de 62 kg. Tienen todo el sistema europeo acá. La mayoría de los jockeys son ingleses, franceses? y ahora hay tres argentinos." Sánchez también suma siete éxitos, y Sandoval, dos. Todos compiten en Meydan, Abu Dhabi y Jebel Ali.
Son más todavía las nacionalidades que se encuentran durante el Carnaval de Meydan. "Vienen los mejores del mundo; se agregan italianos, alemanes, panameños, de todos lados. Hay que aprovechar la temporada antes del Carnaval", opinan. Aprovechar es ganar. No quieren decirlo con todas las letras, pero los jinetes locales son limitados. "En Meydan está difícil, más competitivo que los dos años anteriores. Llegaron muchos caballos también. Si no fuera que ponen el límite de 14 caballos correrían 20." En su tercera temporada, Rosales está en condiciones de comparar. "No tuve suerte en la reunión de la Dubai World Cup; en 2009 iba a correr uno en el Derby; un argentino, Muy Ponderado, pero me caí en Abu Dhabi. Hasta ahora no conseguí ganar con un caballo argentino, aunque tuve la suerte de que les gané a algunos buenos argentinos, un tordillo que tenía De Kock y Lucky Ray."
No es difícil deducir que la idea de los profesionales radicados en el desierto es hacer una diferencia económica y regresar. Sánchez lo tiene claro: "Hay que aguantar lo máximo que se pueda". Rosales: "Pero queremos hacer quedar bien a la Argentina; nos llevamos bien con los jinetes de Europa; cuando ven que sos sudamericano medio te miran mal, pero conversamos con la mayoría. Nos llevamos bien con los brasileños y con Frankie Dettori, que nos contó que le gustó la Argentina".
La Argentina. Es inevitable su omnipresencia. Como los afectos, no distingue buenos momentos de los regulares para aparecer en la mente y el corazón. Rosales, Sánchez y Sandoval. Juntos, la aventura parece más fácil de llevar. La carrera se hace menos cuesta arriba.
Meydan, una maravilla por dentro también Meydan los tiene maravillados. Las sensaciones son de los tres: "El cuarto de jockeys es un sueño. Todos dicen que es el más grande del mundo. Sillones individuales, con su gaveta, lavatorio, sala de estar con café y pantalla gigante para ver las carreras, gimnasio. Las duchas increíbles, el jacuzzi. Un buffet completo. Lo vamos a extrañar cuando volvamos (se ríen). En el hipódromo siguen trabajando. El jeque quiere tener lo mejor del mundo". Todavía no conocieron la torre Burj Arab, la más alta del mundo, inaugurada en enero. Por ahora se están ocupando de alcanzar otras alturas.
Casa, comida e idioma
Jesús Rosales vive solo, separado de Sandoval y Sánchez. "El que más cocina es Sandoval; hace poco invitamos a Iván Pavlovsky y dijo que estaba todo rico", cuenta Jesús. "En general llevan la comida los árabes para los cuidadores y la gente del stud y comemos ahí". En los emiratos se habla inglés. "Nos hacemos entender. Hablamos con todos", aclara Sánchez. La crisis que todavía se siente
Por tener más tiempo en el golfo, Rosales puede comparar la situación de los emiratos antes y después de la crisis financiera del año pasado: "Hay menos construcciones en Dubai. En 2007 ponían un cartel anunciando que construían un puente y a las dos semanas estaba listo. Ahora van más despacio, pero en Abu Dhabi siguen las obras al mismo ritmo o más". Entre el ocio y las carreras en Abu Dhabi
Los ratos libres parecen bravos. "Jugamos en la compu, al tenis a veces, salimos, vamos al shopping, miramos tele. Estamos a media hora del centro; tenemos auto. A veces vamos a la playa", relatan. "Los domingos corremos en Abu Dhabi y cenamos con el veterinario argentino que me trajo, Gonzalo Albornoz. Hace seis años que atiende caballos de salto y de carrera" (Rosales).
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