Es indudable que Meydan, Dubai es la meca del turf, en los momentos por los que pasa nuestro querido y vapuleado mundo. El solo hecho de ver las imágenes que muestran la belleza del medio sumado a la opulencia de una cultura que nos es ajena, pecaríamos de soberbios, en reconocerla como tal. Pero hago hincapíé en un cultura distinta, diferente, muy diferente a nuestras costumbres. Quizás echando a volar mi imaginación, puedo llegara "sentirme raro" en un lugar de esas condiciones. Los turbantes, que me mercen el mayor de los respetos, me suenan a algo muy solemne, por lo menos para mi enseñanza cultural. Un muchachote de otra época, lejana ya, con costumbres distintas, quizás me resultaría curioso, solemne y porque no hasta interesante. Es el progreso, es una cultura completamente distinta, los rezos, los silencios, etc. Todo un marco desconocido, maravilloso. Pero eso de estar en un hipódromo, mi pasión, nuestra pasión, mirando correr a los mejores ejemplares del universo, por una bolsa de premios impresionante, por quien escribe, jamás soñada y no poder "jugarle unos boletitos" al que me gustó en el paseo. No me cierra. Los que "mamamos" el turf considerando una pasión y un juego, nos costaría mucho "digerir" esa situación. Vuelvo a repetir nací con el fuego sagrado inmerso en mi piel. Lo heredé de mis antecesores, de mi padre, de mi tío, casi aprendí a leer hojeando La Biblia Burrera, ir al hipódromo sólo a ver una función de gala, me costaría mucho. Juego y turf van de la mano, son complementos uno del otro de una misma pasión. Por lo menos en la cultura que adquirimos los nacidos en las márgenes de este ancho río. Los que en mi Las Piedras de niño, las miraba dentro del auto de papá,allá entre el poste de los 1300 y los 1400, en la falda de mamá o de mi abuela. Luego ya "mayorcito" esperábamos el "cierre" en el árbol frente al picadero. Esperábamos que El "Cholo Riccini", jugara a uno de Juan Irigoyen o de Raúl Prieto. Que Don Pancho, con su bufanda característica, jugara "firme" uno de Alberto o que corriera "El Tero Rey", o ya más grandes, que "Pepe Cadenazzi" saliera con los boletos del mítico Mano Negra del "Negro Ferrarós" o tantos otros personajes más que formaron también, de una u otra manera nuestra propia cultura turfística. Con ese recuerdo perenne en mi memoria, me sería muy díficil, por decreto, no poder participar del juego, dentro de un hipódromo. Cuidado! soy de los que fuí y puedo volver a hacerlo ir sin un solo peso al mismo y gocé con espectáculos de primera. Pero era por decisión u obligación propia.
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