Jose Pedro Ramirez 2010

Jose Pedro Ramirez 2010
Sing a Song

Turf una pasión de vida.

El vivir el turf es uno de los más preciados valores que tiene nuestro fugaz paso por la vida. Vivirlo plenamente, habiendolo mamado desde el inicio mismo de nuestra vida, es sin ninguna duda, una de las cosas más pasionales por las cuales atravesamos aquellos que tuvimos la enorme suerte de encontrar y transitar esa oportunidad. El turf en todos sus aspectos, en toda su inmensidad de situaciones por las que nos lleva a transcurrir nuestra vida. Es algo que se hace imposible abandonarlo. Es un modo de vida, que nos hace sentirnos libres, en contacto con la naturaleza, desde la crianza del animal, hasta el momento de la competencia. Siempre libre. Siempre experimentado sensaciones renovadas, pero a su vez distintas. Siempre intentando ser comprensibles con actitudes con resultados, con procedimientos, no importa cual fuere el resultado de los mismos. Claro está que si el éxito nos acompaña en los mismos, será todo más placentero. Pero el éxito, por lo general, como en todos los avatares de la vida misma, es efímero, pero con que intensidad se vive en esta actividad. Es un constante devaneo entre el éxito y el fracaso, pero siempre, siempre incondicionalmente estará presente, la competición, la competencia, que en esta actividad representa y signifca presencia, orgullo sano de competir e ilusiones renovadas de triunfo. Con el paso de los años el aficionado, no me suena bien al oído, la palabra burrero, sigue viviendo en plenitud, por lo menos en continuar desde uu ángulo u otro esta actividad que resulta mística.







viernes, 20 de septiembre de 2019

PROFANO-BANDERIN NUMAN LALINDE-IRENEO LEGUISAMO

Tiempos de Nostalgías:
Nuestra historia comienza en el montevideano barrio Sur, en la madrugada del 22 de diciembre de 1943. Los ya fatigados lutos de la noche, se mixturan con las primeras luces del día que se aproximan. Somos testigos de la eterna lucha de los dos matices naturales que conforman el claroscuro del amanecer. Desde la puerta de la casa de inquilinato popularmente conocida como “Medio Mundo”, notamos cómo el lugar comienza a definir su escenografía; paredes que quedaron grabadas como un ícono costumbrista en el sur de la hermosa ciudad oriental. El sol, luego de orificar el patio del edificio, comienza a entibiar las puertas de las 54 habitaciones del lugar; inquilinato de dos plantas ubicado en la calle Cuareim 1080, casi esquina Isla de Flores. Las maderas se muestran ya ajadas, corroídas por el tiempo y el implacable uso que se ha hecho de ellas. Uniformes en su formato, y en el color - bronce aviejado – de sus canillas, son las 32 piletas de lavar que aguardan prestar servicio a la vecindad. El antiguo aljibe – también de utilidad comunitaria – se yergue, a modo de un detalle de remembranza colonial, en el fondo del conventillo. En la planta alta – en la pieza número 26 – gustando la primera mateada del día, descubrimos a quien la habita: Florencio Montubio. Es un moreno de sesenta años, de mediana estatura, físico fuerte, no carente de cierta esbeltez. Una cicatriz cruza su mejilla derecha. La leve renguera de la pierna izquierda da cierta irregularidad al caminar del hombre. Los dos estigmas físicos fueron provocados por una rodada. La sufrió Montubio mientras yapaba su jornal como peón vareador en el Hipódromo de Maroñas. Desde muy botija comenzó a trabajar elementos que entrenaba Francisco Milia, para luego continuar su labor a las órdenes de su hijo, Alberto. Los dos profesionales – cuidando en la célebre caballeriza de la calle Besares – contribuyendo con su talento a resaltar aún más los valores de aquella escuela de cuida rioplatense, siempre evocada como de la “Guardia Vieja”. Cuando Montubio desciende por la escalera que conduce al patio del Medio Mundo, los saludos que intercambia con sus vecinos muestran el respeto y afecto que se le tiene. Los años que lleva vividos, y la baldada pierna izquierda, no son impedimento alguno para que pronto abandone el conventillo para perderse luego en la profundidad del empedrado de la calle Cuareim. Más tarde, lo vemos ocupando unas de las mesas del Bar de Tesende, boliche muy frecuentado por periodistas, aficionados al fútbol, a las carreras y tangueros de ley; en fin: representantes de fuste de lo popular, lo costumbrista de la Montevideo del cuarenta; “berretines”, un poco deshilachados por el paso del tiempo, pero que mantienen todavía pasiones con cierto arraigo en el espíritu de los rioplatenses en ambas márgenes del plata. Liborio Laguna, íntimo amigo de Montubio, saluda y se disculpa a la vez: - Perdona la demora, hermano, pero había una muchedumbre esperando empeñar en el Templo de Lyon. La gente sacrifica todo para superar la crisis que todavía no nos abandona. Parece que seguimos viviendo, o padeciendo, los años treinta. Luego de asentir con un silente gesto, Montubio pregunta al amigo: - ¿pudiste verlo a Pablito? ¿Qué arreglaste con él? - Después de despachar a la clientela, hablamos un largo rato. Por ser vos y la “Mama Vieja” los que tienen el problema, les puede prestar, sin interés alguno, 400 pesos. De sobra sabes cómo los quiere a ustedes. - Buen gesto el de Pablo… pero no alcanza para retirar la carroza que nos construyó el “loco” Almada, y parte del vestuario que confeccionó la gallega Mercedes. La malaria que padecemos nos está dejando en “traje de Adán”. Un silencio por parte de Laguna. Luego:- Hoy me entere qué ocurrió un echo muy importante para nuestro amigo Lalinde. ¿Qué de bueno le pasó a Numan?- Está bailando de contento. Don Alberto Milla le dio la monta de Profano para correr el Ramírez.
La casa de Josefa, la “Mama Vieja”, matrona de la comparsa esclavos de Nyansa, está ubicada en la calle Isla de Flores, esquina Cuareim, a sólo media cuadra del conventillo Medio Mundo. La vivienda es modesta; humildad en parte ennoblecida por las numerosas macetas atiborradas de malvones, y de otras con multicolores flores. Un parral de uva chinche “entolda” el patio. La morena “Mama Vieja”- sin dejar de abanicarse – asombra por la agilidad de sus movimientos. Cinco morenas, jóvenes y muy atractivas, flanquean el baile de Josefa. El ritmo lo marcan los tamborileros infatigables en el accionar de sus manos.

El arribo de Montubio y Laguna, suspende el ensayo de la comparsa. Poco después, “Mama Vieja" y los recién llegados conversan en la cocina de la vivienda. - ¿Que decidimos, Josefa? Luego de repasar con un pañuelo de tono rojo su transpirado rostro, la mujer responde a la pregunta de Montubio:- Aceptar el gesto del buen amigo Pablo…y luego tratar de ver como podemos arreglarnos con esa plata. Hay que pensarlo rápido. Si no le cumplimos, el “Loco” Almada es seguro que nos deja sin carroza, y la gallega Mercedes sin la ropa que le encargamos.
Numan Ladinde está de novio…. Y el trance - como corresponde a gente de ley- lo encara seriamente. No ha sido fácil ubicarlo: - Pensamos que el futuro maridaje nos estaba haciendo perder a un amigo. - Nunca. Bien saben que no soy de esa hechura; pero, a ustedes ¿como le van las cosas? Montubio y Laguna se miran. Luego, como corresponde cuando hay una leal amistad de por medio, Florencio pone en antecedentes al jockey del problema que aqueja a la comparsa los Esclavos de Nyansa. Luego de escuchar a Montubio, Numan dice: - Está de más aclararles mi deseo de ayudarlos; pero, el único aliento que he tenido en los últimos tiempos, es la oferta de don Alberto para correr a Profano en el Ramírez. Si tengo la suerte de ligar una chapa importante en el marcador, yo.... - No hermano. Faltaba más. Juntá para tu casorio, que es lo que importa – dice Montubio interrumpiendo al jockey – - Entonces…. ¿Que puedo hacer por ustedes? – pregunta Lalinde –
Hace más de dos décadas que el “Maestro” Irineo Leguisamo es una figura rutilante entre los profesionales que ejercen en los principales centros hípicos argentinos; razón suficiente para que la afición uruguaya le testimonie toda su admiración y afecto en cada presentación que hace en Maroñas principalmente en el gran festival de carreras que anualmente se realiza el día de Reyes. Cuando sale a la pista a realizar el paseo preliminar con Banderín, el cotizado hijo de Alan Breck y Banderilla, Maroñas parece estallar de entusiasmo. El airoso galope del crédito del stud Río Paraná, apichona el ánimo de Montubio y Laguna. Aguardando el paso de Profano, al unísono ambos recuerdan las palabras de Numan Lalinde: …”a Milia le gusta en fija, y a mí también; pero, Banderín con Legui
samo en su silla, mete miedo. Profano es un lance bien rumbeado. Si quieren arriesgar una parada” Mientras observan el paso de Profano “cincelada sus formas” por el gran oficio de Alberto Milia, Montubio y Laguna tienen presente las palabras de Josefa, la “Mama Vieja”,… “no hay otra salida. Además, tengo la corazonada… ¡que el pingo de Lalinde nos puede sacar del pozo! Confiemos en él. En los últimos 300 metros del Gran Premio José Pedro Ramírez de 1943, Numan Lalinde, ovillado en la cruz de Profano, ni respira procurando no desarticular en lo más mínimo el andar brioso y sereno del hijo de Cute Ayes y Proceda, defensor de los intereses del Stud Delta. Engañador, puntero de la carrera, sufre una importante hemorragia que minoriza sus fuerzas. Leguisamo, sin hesitar, mueve enérgicamente en las riendas a Banderín; Lalinde no tarda en imitarlo. Los dos elementos argentinos juegan sus vergüenzas. Engañador –por su hemorragia- y los otros dos pingos uruguayos, Tronador y Tripoteur, ahogados por el cansancio, ya no cuentan para definir el Gran Premio. Lalinde sabe que –siendo el “Eximio” su enemigo- no tiene chance alguna de cometer el más mínimo error. Es la razón por la cual recién, cuando sólo restan 50 metros para cruzar la raya, le pide al guapo Profano el “último sudor” ”Soldados en el abrazo, Montubio y Laguna no dejan de gritar, mientras Lalinde, palmeando la tabla del pescuezo de su montado sonríe y llora a la vez, pensando en una mañana mas accesible para concretar sus sueños de formar un hogar. Los 6 pesos de sport de Profano, convertidos en 1200 por los boletos jugados, hacen posible reunir el dinero necesario para retirar la carroza del corralón del “Loco” Almada, y los trajes de la comparsa en el taller de costura de la gallega Mercedes. La agrupación Los Esclavos de Nyansa, acaudillada por Josefa, Mama Vieja, aumenta el fervor de su baile al recibir uno de los premios más importantes del carnaval de 1943; otra de las célebres “morenadas” gestadas en los adoquines del Barrio Sur de Montevideo… y las paredes del inolvidable inquilinato MEDIO MUNDO; reducto que atesoró páginas de procesos existenciales, todavía prendido como abrojo en el alma del hermano pueblo charrúa.”

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