Jose Pedro Ramirez 2010

Jose Pedro Ramirez 2010
Sing a Song

Turf una pasión de vida.

El vivir el turf es uno de los más preciados valores que tiene nuestro fugaz paso por la vida. Vivirlo plenamente, habiendolo mamado desde el inicio mismo de nuestra vida, es sin ninguna duda, una de las cosas más pasionales por las cuales atravesamos aquellos que tuvimos la enorme suerte de encontrar y transitar esa oportunidad. El turf en todos sus aspectos, en toda su inmensidad de situaciones por las que nos lleva a transcurrir nuestra vida. Es algo que se hace imposible abandonarlo. Es un modo de vida, que nos hace sentirnos libres, en contacto con la naturaleza, desde la crianza del animal, hasta el momento de la competencia. Siempre libre. Siempre experimentado sensaciones renovadas, pero a su vez distintas. Siempre intentando ser comprensibles con actitudes con resultados, con procedimientos, no importa cual fuere el resultado de los mismos. Claro está que si el éxito nos acompaña en los mismos, será todo más placentero. Pero el éxito, por lo general, como en todos los avatares de la vida misma, es efímero, pero con que intensidad se vive en esta actividad. Es un constante devaneo entre el éxito y el fracaso, pero siempre, siempre incondicionalmente estará presente, la competición, la competencia, que en esta actividad representa y signifca presencia, orgullo sano de competir e ilusiones renovadas de triunfo. Con el paso de los años el aficionado, no me suena bien al oído, la palabra burrero, sigue viviendo en plenitud, por lo menos en continuar desde uu ángulo u otro esta actividad que resulta mística.







viernes, 8 de enero de 2010

QUE TIEMPOS AQUELLOS!!!!!!!!


que tiempEn Las Piedras, carnavales era los de antes"
En la década del cincuenta la semana de Carnaval se celebraba a tambor batiente en el Hipódromo canario, como que todos los años se disputaba un importante "Gran Prix" sobre 2.500 metros, en el que por lo general participaban calificadísimos racers de ambas orillas. Por supuesto que eran otros tiempos...
En 1950 intervinieron seis caballos argentinos, pero el vencedor fue el maroñense Coraje, conducido por el maestro Arturo Piñeyro, que en ese momento tenía 17 años y estaba en su plenitud, pues su carrera de jockey había comenzado a los 11... En la temporada siguiente se impuso Beduino, piloteado por el inolvidable "Pocho" Ferrer y fracasó la vedette porteña Kalmazul, presentada por Angel Penna, considerando el uno a nivel mundial. Beduino era local y lo cuidaba Juan Gualberto Percovich. Su peón, era el hoy cuidador Aníbal Cardozo.
1952: Cruzeiro.
A partir de ese año, la carrera que llevaba el nombre del pintoresco circo de los eucaliptus, pasó a ser el Gran Premio Dr. Urbano de Iriondo, en homenaje al presidente del Jockey Club Argentino, quien jamás faltaba a la cita. Viajó también Irineo Leguisamo para conducir a Bacanazo, pero no tuvo suerte porque esta vez el buen hijo de Blackamoor no levantó las patas.
De regreso del paseo preliminar, el maestro le habría dicho al cuidador: "Este no es el caballo que monté la vez anterior, algo le pasa".
Borbollón Ouvidor ­que venía de ganar el Pellegrini en Maroñas­ y el piloteado por Legui, se dividieron el favoritismo. Pero esta carrera fue casi siempre una caja de sorpresas y el héroe resultó el maroñense Cruzeiro que debutaba en Las Piedras y se destapó con una performance excepcional, como que se impuso de punta a punta en el notable guarismo récord de 2'38"1/5. Quejoso lo escoltó al cuerpo, pero no logró poner en peligro la victoria del hijo de Menino, que parecía un torpedo en la pista.
19:53: Ouvidor
Era un caballo que tenía una característica muy especial, aparecía en los grandes clásicos y casi siempre con dividendo de fiesta. En el Pellegrini de Maroñas del año anterior había dado el gran batacazo, superando a Cuatrero, Buen Tiempo, Inah y otros encumbrados rivales en 2'33" 3/5, a más de cincuenta pesos por boleto.
Pero su trayectoria marcaba un continuo sube y baja, por lo cual se olvidó en las apuestas y en el pecado estuvo la penitencia... El pupilo de Carlos Lupi venció sin luz pero en gran forma al legendario El Califa, el mejor penquero de todos los tiempos y un animal capaz de competir en cualquier distancia. Pampita fue en esa ocasión "la gran vedette" de la prueba. La inolvidable yegua era locataria en Las Piedras y apenas un mes atrás había copado los titulares de la prensa, ganando en Maroñas nada menos que el Gran Premio José Pedro Ramírez. Como era su característica, siguió los pasos desde lejos, mientras que Plinio y Quejoso, "marcados a fuego" por Ouvidor, volaban en la vanguardia. Su legión de apostadores comenzó a impacientarse, esperando verla avanzar con los mismos bríos que la tarde de reyes, pero en las carreras por algo existe la gloriosa incertidumbre y esta vez Pampita se mostró sorda e indiferente al clamor popular y terminó enterrando una cotización abultadísima.
En la "ficha técnica", dos clásicos de los de antes en el histórico Hipódromo canario: Gran Premio Dr. Urbano de Iriondo. 2.500 metros. 25/2/952
1º Cruzeiro 53 Juan Velásquez 16.90 5.40; 2º Quejoso 56 Isaúl rey 13.90; 3º Amigo Ricci 51 Elbio Rivero 7.20
4º Borbollón 62 Esteban Grandini ; 5º Chalao 56 Benito Quezada; 6º Ouvidor 60 Omar Rodríguez.
"Post Marcador": Bacanazo 56, Beduino 56, Retador 48, Pretor 48, Octavio 48, Pegaso 48 y Plinio 47. Ganada por 1 cpo. 1/4, 3l 3º 1 2 cpos. 1/2 cpos. en 2'38" 1/5 para los 2.500 metros. (récord, vigente hasta la fecha). Cruzeiro por Menino y Cuarteta, defendía los colores del stud Zaharoff y estaba al cuidado de Cesáreo Pérez.
Gran Premio Dr. Urbano de Iriondo. 2.500 metros. 16/2/953'1º Ouvidor 53 Victoriano Iriarte 29.10 6.00; 2º El Califa 55 Esteban Gandini 3.50; 3º Monterroso 48 Luis Pardiez 6.00; 4º Plinio 53 Gregorio Riboira; 5º Quejoso 51 Camilo Martínez; 6º L' Aimant 52 Eriberto Sosa.
"Post Marcador": Pampita 57, Sacudón 49, Reembarque 53, galerna 50, Chamberlain 58 y Tesonero 49 (desmontó al largar). Ganada por 3/4 de cuerpo, el 3º. A 4 cpos. en 2'39" 2/5 para los 2.500 metros.
Ouvidor por Avón y Zarzaparrilla, defendía los colores del stud Ilusión y estaba al cuidado de Carlos Lupi.

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