
Valiosa incorporación la del hijo de Potrillón; ganó tres Grupo Uno
El destino quizo que Grand Vitesse recién se hiciera famoso a los cuatro años, pero no por falta de virtudes, sino como consecuencia de una campaña que comenzó un poco más tarde de lo que él hubiera merecido.
"Cuando llegó a nuestro stud ningún peón lo quería agarrar y yo me quedé con él. Durante un par de meses no sabíamos ni siquiera si estaba domado o no y mucho menos qué iba a ser de su futuro, hasta que nos dieron la orden de empezar a varearlo", contó Sebastián San Martín, hijo de Aníbal, el cuidador con el que el hijo de Potrillón hizo su primera campaña.
Con Maroñas cerrado, al nieto materno de El Gran Señor no le quedó otra que derrochar clase en Las Piedras. Compitió en cinco ocasiones y siempre ganó, incluyendo un especial y un clásico de fondo. Como el medio local le quedó chico, regresó a su país de origen dispuesto a desafiar a los mejores fondistas que actuaban en la vecina orilla.
Y por supuesto que no le fue nada mal. Ganó tres cotejos de grupo uno: el De Honor y la Copa de Oro, en dos oportunidades. Además se adueñó del clásico Progreso (G.II) y obtuvo valiosas figuraciones en carreras de primer nivel.
Compitió tres veces en el Pellegrini (G.I) finalizando tercero y cuarto en dos de ellos. En el de 2002, fue el adulto mejor ubicado detrás de los potrillos Freddy, Peasant y Pellegrino. "Era un muy buen caballo, muy aguerrido. Además se adaptaba a cualquier desarrollo. Al igual que su padre, por ahí no lucía tanto, pero ganaba carreras que parecía tener perdidas", apuntó Pablo Falero, el jockey con el que compartió sus seis triunfos del otro lado del charco.
Ganó tanto en pasto como en arena y ahora tratará de lucirse como padrillo en el Gavroche, el cual ya ha tenido enorme éxito con la línea paterna de Grand Vitesse, cuyo padre es hermano de Potrillazo (Ahmad) el progenitor de Potridoon, sin dudas, un hito en la historia de la cabaña.
El destino quizo que Grand Vitesse recién se hiciera famoso a los cuatro años, pero no por falta de virtudes, sino como consecuencia de una campaña que comenzó un poco más tarde de lo que él hubiera merecido.
"Cuando llegó a nuestro stud ningún peón lo quería agarrar y yo me quedé con él. Durante un par de meses no sabíamos ni siquiera si estaba domado o no y mucho menos qué iba a ser de su futuro, hasta que nos dieron la orden de empezar a varearlo", contó Sebastián San Martín, hijo de Aníbal, el cuidador con el que el hijo de Potrillón hizo su primera campaña.
Con Maroñas cerrado, al nieto materno de El Gran Señor no le quedó otra que derrochar clase en Las Piedras. Compitió en cinco ocasiones y siempre ganó, incluyendo un especial y un clásico de fondo. Como el medio local le quedó chico, regresó a su país de origen dispuesto a desafiar a los mejores fondistas que actuaban en la vecina orilla.
Y por supuesto que no le fue nada mal. Ganó tres cotejos de grupo uno: el De Honor y la Copa de Oro, en dos oportunidades. Además se adueñó del clásico Progreso (G.II) y obtuvo valiosas figuraciones en carreras de primer nivel.
Compitió tres veces en el Pellegrini (G.I) finalizando tercero y cuarto en dos de ellos. En el de 2002, fue el adulto mejor ubicado detrás de los potrillos Freddy, Peasant y Pellegrino. "Era un muy buen caballo, muy aguerrido. Además se adaptaba a cualquier desarrollo. Al igual que su padre, por ahí no lucía tanto, pero ganaba carreras que parecía tener perdidas", apuntó Pablo Falero, el jockey con el que compartió sus seis triunfos del otro lado del charco.
Ganó tanto en pasto como en arena y ahora tratará de lucirse como padrillo en el Gavroche, el cual ya ha tenido enorme éxito con la línea paterna de Grand Vitesse, cuyo padre es hermano de Potrillazo (Ahmad) el progenitor de Potridoon, sin dudas, un hito en la historia de la cabaña.
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